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Un reciente estudio señalo que en la medida que el consumo de alcohol aumenta entre los jóvenes, también crece el número de marcas que, a precios de entre 10 y 30 pesos el litro, ponen a disposición del consumidor un catálogo de bebidas para atontarse, y numerosos vídeos en redes sociales para la preparación de bebidas y retos para fiesta.
Desde 2006 se ha registrado en el país una proliferación de fábricas, destiladoras, envasadoras de productos que se hacen pasar como mezcales, tequilas o bebidas alcohólicas que utilizan agave. Pero se trata de destilados de caña o una mezcla de alcohol–agua, según ha reportado la Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco).
Desde 2006 se ha registrado en el país una proliferación de fábricas, destiladoras, envasadoras de productos que se hacen pasar como mezcales, tequilas o bebidas alcohólicas que utilizan agave. Pero se trata de destilados de caña o una mezcla de alcohol–agua, según ha reportado la Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco).
El riesgo de consumir estas bebidas, dicen expertos consultados radica en que violan diversas normas y leyes al incumplir en su etiquetado con el derecho a la información del consumidor. Lo más peligroso, añaden, es que entre sus componentes incluyen sustancias como tintes de cabello tono castaño claro –que les dan ese color miel– y metanol, un alcohol no apto para beberse y que se usa para propósitos industriales y automotrices.
En el mercado, denuncian, existe un descontrol sobre la comercialización y producción, en ocasiones clandestina, de estas bebidas que, por su precio, han vuelto a los jóvenes sus principales consumidores.
Las llamadas “aguas locas” que se preparan con estos productos generan gastritis, vómito, pérdida del estado conciencia y problemas respiratorios, entre otros padecimientos inmediatos o de largo aliento. Pero las “aguas locas” son la onda en Internet. Videos de todo tipo las promocionan como una “buena idea” para beber sin gastar demasiado.
Obvio, los jóvenes son los que más las consumen y las que las promueven. Y, también obvio, ni las autoridades reguladoras ni las sanitarias meten la mano.
De acuerdo con las últimas cifras disponibles, en el país existen más de 13 millones de jóvenes de entre 12 y 17 años que consumen bebidas alcohólicas.
Ciudad de México, 7 de marzo (SinEmbargo).– Más que una elección de degustación, beber Tonayán ha sido hasta este momento un “error”, una salida y una “última opción” a la que ha recurrido Antonio cuando ya no hay más alcohol ni dinero y quiere seguir la fiesta. Como él, miles o quizá millones [nadie sabe la cifra] de jóvenes mexicanos se han convertido en consumidores frecuentes de esta bebida que satisface su bolsillo y está a la vuelta de la esquina.
“Te duelen los riñones y las piernas al siguiente día”, aseguró Antonio, pero “no se siente mucho el sabor cuando lo combinas con jugo”, dijo. El joven de 27 años explicó que no va solo cuando se trata de armar el trago: “yo he visto chavos en la Roma que a las tres de la mañana ahí andan comprando en el super”, “últimamente he conocido a muchas chicas que les propones beber Tonayán y aceptan a la primera, o ellas te lo proponen”, afirmó.
En un sondeo realizado por SinEmbargo, los entrevistados coincidieron con las respuestas de Antonio: “Es muy económico”, “es lo que uno tiene en casa”, “bajo costo”, “se lo habían echado al ponche de Navidad, no había otra cosa”, “es lo que compraron para la fiesta”…
Autoridades de salud y de economía detectaron desde la década pasada el boom de “destilados de agave” que se comercializaban sin tener un marco jurídico específico que los regulara. Desde hace años, casas destiladoras –regadas en casi todo el país– expanden la distribución de productos a grandes cadenas de tiendas de conveniencia y supermercados, sin que se informe sobre la composición de sus productos.
Denuncias ciudadanas exponen que algunas de estas bebidas tienen entre sus ingredientes sustancias tóxicas –como tinte para el cabello– para darles el olor, sabor y color cercanos al tequila. Se ha comprobado que dañan al organismo sin necesidad de exceso, provocando ceguera, derrames cerebrales y afectaciones irreversibles al sistema nervioso. Pese a que instituciones de salud han decomisado lotes enteros de estos productos, se siguen manteniendo fuertes en el mercado nacional e incluso en el internacional.
En ese contexto, nuevas generaciones de mexicanos se han ido adentrando en un universo lleno de dudas, irregularidades y omisiones… Ese es el alcance que han logrado estas empresas para convertir a México en “la nación Tonayán”.
Detrás de la cerveza y el whisky, los destilados de caña –autodenominados “destilado de agave”, “a base de agave” o “licor de agave”– son las bebidas alcohólicas más consumidas por millones de mexicanos. Marcas como Tonayán o Rancho Escondido se mantienen como las predilectas de los consumidores de las regiones centro y pacífico del país, según un estudio realizado por la firma Nielsen, especialista en investigación de mercados, y dado a conocer en 2014.
Expertos en el tema, consultados, aseguraron que muchas personas compran estos productos por su precio, que no rebasa los 30 pesos por litro. Inclusive, su consumo no es exclusivo de las clases bajas. Jesús Antonio Orueta Álvarez, subdirector de Hospitalización y Proyectos Clínicos de Centros de Integración Juvenil, AC, detalló que en la clase media también se consumen este tipo de bebidas, que violan diversas normas y leyes al no brindar en su etiquetado el derecho a la información del consumidor.
“Nosotros detectamos que los consumidores son de clase media y baja, con un repunte en adultos jóvenes por la facilidad que tienen de comprar en tiendas de autoservicio”, dijo Orueta Álvarez.
El Mezcalito, El Mecatito, Rancho Escondido, Enigma, el Relicario, Mujeriego, Tonayán, El Jefe, El Compadre, Don Juan, entre muchos otros se pueden adquirir en tiendas como Walmart, Soriana, Bodega Aurrera, Comercial Mexicana, Oxxo, Seven Eleven, Extra, licorerías, vinaterías y hasta en comercios populares, a precios sumamente accesibles.
La Encuesta Nacional de Adicciones de 2011, realizada por el Centro Nacional para la prevención y el Control de las Adicciones (CONADIC), indica que la bebida preferida en consumidores de 12 a 17 años es la cerveza, en segundo lugar de este grupo se encuentran los destilados.
“Este grupo de bebidas ha incrementado su mercado significativamente entre 2008 y 2011. Son proporcionalmente más consumidas por las mujeres entre quienes hay 1.4 bebedoras de cerveza por cada una de destilados, mientras que en los hombres la diferencia es mayor con 1.9 por cada uno. Casi una tercera parte de la población consume destilados (23.6 por ciento) y también en los adolescentes han ganado mercado con un aumento significativo de consumidores tanto hombres como mujeres de 2002 a la fecha [2011]”.
En dicha encuesta, los resultados refieren que 13 millones 437 mil 575 adolescentes de entre 12 y 17 años consumen alcohol en México; y hay más de 31 millones de consumidores de entre 18 a 34 años.
La Procuraduría General del Consumidor (Profeco) en sus investigaciones sobre consumo de bebidas alcohólicas hace referencia a marcas de tequila, mezcal, vino tinto y varios destilados de caña, pero no menciona estos productos que comercializan empresas como Grupo Corona o Grupo Tonayán y que tienen un consumo y comercialización considerable en México.
“Pero hay una producción clandestina bastante importante que nadie ha podido cuantificar porque es clandestina. Nadie sabe, pero todo mundo la consume y se vende en todas partes”, afirma el maestro Luis Alfonso Berruecos Villalobos, investigador del Departamento de Relaciones Sociales de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), unidad Xochimilco.
Para Ramón González Figueroa, director del Consejo Regulador del Tequila (CRT), el precio de estos productos es el primer gancho de los consumidores y el segundo, es el “engaño” que surge al no informar al cliente lo que en verdad está comprando.
“Lo importante es que tengas la veracidad de la información comercial. Lo que hemos registrado es que tenemos bebidas que se constituyen de alcohol de caña pero te engañan cuando dicen que están elaboradas a base de agave. Esto constituye una competencia desleal enorme, constituye un engaño al consumidor y un atentado contra la industria formalmente constituida”, dijo.
González aseveró que el consumidor tiene la libertad de comprar la bebida que desee, pero en el mercado hay productos que “le toman el pelo”, que no pagan impuestos y que ni siquiera el gobierno, por medio de sus dependencias, como la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, la Secretaría de Economía y la Secretaría de Salud no han frenado a las empresas.
NO HAY DE AGAVE, NOMÁS DE CAÑA
Por 30 pesos el litro, cualquier persona puede adquirir una de estas bebidas en cuyas etiquetas sólo se dice que “el abuso en el consumo de este producto es nocivo para la salud”.
En 2006, luego de una “investigación exhaustiva”, la Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco) emitió una lista negra de marcas que incurrían en un “engaño” a los compradores debido a que no informaban en su etiquetado sobre los contenidos reales del producto e incluso omitían información detallada de los elementos que las componían. Jalpeño Oro, Viva la Villa, El Barrilito, Mezcal 100 por ciento agave legítimo de Oaxaca marca Gusano Rojo y Tonayán, formaban parte de ese grupo.
Desde entonces surgió una proliferación de fábricas, destiladoras, envasadoras de productos que según autoridades y organizaciones civiles intentaban hacerse pasar como mezcales, tequilas o productos alcohólicos que utilizaban agave, pero simplemente eran destilados de caña o una mezcla de alcohol-agua, según reportó la Profeco.
Francisco Rosete Ramírez, presidente de Proconsumidores AC, en una carta enviada en 2011 a la Comisión Federal de Mejora Regulatoria (Cofemer), explicó que a partir de 2004, como consecuencia de la reducción en la producción de la especie “Agave Tequilana Weber, Variedad Azul”, con la cual se produce el tequila, muchos empresarios aprovecharon la situación para elaborar y comercializar bebidas alcohólicas elaboradas, supuestamente, a base de diferentes especies de la familia de las agavaceas.
“[Usan] la ‘denominación genérica’ de ‘destilados de agave’ de la cual ha transitado a la de ‘licores de agave’ e incluso ‘aguardientes y mezclas de agave’, a las que, en forma dolosa, se les asocia con las características y elementos del tequila, provocando confusión y engaño en y de los consumidores”, denunció Rosete.
También expuso ante la Cofemer de la Secretaría de Economía (SE) que las empresas que producían estas bebidas hacían uso de un “sistema de información engañosa” manejado con imágenes, figuras, tipos y categorías reservadas al tequila.
LEYES, NORMAS, AUTORIDADES E IRREGULARIDADES
En México existen la Norma Oficial Mexicana de Emergencia NOM-EM-012-SCFI-2006, para bebidas alcohólicas que son destilados de agave y también la NOM-142-SSA1-1995 que es para bebidas alcohólicas en general; la primera debe ser vigilada por la Secretaría de Economía y la segunda por la Secretaría de Salud por medio de La Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris).
Ambas normas deben regular la calidad de las bebidas, especificaciones sanitarias, información comercial, etiquetado y métodos de prueba, producción, comercialización, entre otras, además de complementarse con otras normas sobre información comercial, envasado, agua para consumo humano y demás.
En ese 2006, una de las empresas opositoras a la norma para destilados de agave fue BRAGA SA de CV, la entonces productora de Rancho Escondido, incluso interpuso amparos que con el tiempo fueron declarados improcedentes.
Sin embargo, actualmente, organizaciones empresariales del sector tequilero y mezcalero han denunciado desde mediados de la década pasada que existe un descontrol en productos que supuestamente son a base de agave y destilados de caña. Sin bien aseguraron que ha habido operativos y estrategias para acabar con este “comercio desleal”, acusaron que el gobierno ha actuado en cooperación o de forma omisa ante la situación.
“Después de un año de vigencia, los resultados de dicha NOM [NOM-EM-012-SCFI-2006], no fueron los esperados, ya que la fabricación, distribución y comercialización de las bebidas alcohólicas señaladas [“a base de agave”], no sólo se mantuvo en los mismos niveles previos a la expedición de la NOM, sino que, por lo contrario, fue aumentando considerablemente”, refirió Proconsumidores AC.
La Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios, la Profeco, y representantes del sector tequilero documentaron en operativos que muchas empresas realizaban sus bebidas de forma artesanal en tinacos de plástico y en ambientes insalubres, y en otros casos, de productos ya reconocidos, detectaron irregularidades en su composición.
Por ejemplo, ha decomisado productos de Grupo Tonayán por contener un índice de azúcares menor a lo establecido por la normatividad y usar únicamente saborizantes artificiales de agave.
No obstante, sólo se han decomisado lotes, pero no se ha descontinuado el producto de forma permanente. Ese es el caso de Tonayán y de Mujeriego, marcas de una empresa que lleva más de 50 años en el mercado.
Si una empresa como Grupo Tonayán Y Cía, SA de CV [antes llamada Mezcal Tonayán, SA], casa destiladora del entonces “Licor de agave” Tonayán, utilizó saborizante artificial para sus productos, las pequeñas fábricas no se quedaron atrás.
En 2013, la Cofepris emitió una alerta debido a que encontró lotes de bebidas hechas con metanol –un tipo de alcohol no apto para beberse utilizado para propósitos industriales y automotrices– y colorantes artificiales; en ocasiones, para simular el color, “los fabricantes toman los alambres y los dejan varios días en la bebida, para que el óxido les dé el color”.
En otros casos –detalló–, se usan componentes químicos para dar color o sabor a la bebida. En el caso de los colorantes, se encontró tinte para el cabello.
“El descontrol que existe en destilados de caña ha provocado que haya productos que cuesten 10 pesos el litro, son saborizados y aromatizados. Hay algunos casos mucho más graves, esto lo documentó la Cofepris en uno de los operativo en la zona de Tequila, encontraron que para darle el dorado le ponían tinte para el cabello, castaño claro”, dijo Ramón González Figueroa, director del Consejo Regulador del Tequila.
Hasta hace unos años, la gran mayoría de productos se comercializaba como “licor de agave”, fue hasta la denuncia de organizaciones civiles y sectores empresariales que presionaron a las autoridades para que esta bebida informara en su etiqueta que era un destilado de caña.
En 2011, la Comisión Federal de Mejora Regulatoria (Cofemer) analizó un anteproyecto enviado por el Instituto Mexicano de la Propiedad Industrial (IMPI), que pretendía otorgar la “Declaratoria de la marca Agave”, para que sólo pudiera ser utilizada por los productores de tequila, mezcal y bacanora, dejando de lado a los destiladores de caña que usaban en sus productos la palabra agave y usaban logotipos e imágenes referentes a esta materia prima.
De hecho, uno de los grandes opositores fue Grupo Tonayán y Cía, SA de CV, que argumentaba que “esa medida arbitraria” atentaba contra “la continuidad de su empresa legalmente establecida desde hace 52 años”.
Raúl Ortíz, representante legal de Grupo Tonayán, argumentó que de acuerdo con una encuesta que la firma había realizado, los usuarios comprendían que debido al precio y a la leyenda “licor de agave” los consumidores no confundían su producto con tequila o con mezcal.
“El consumidor sale ganando con el ofrecimiento de una variedad más amplia de productos a menor precio y que compiten con el tequila”, informó Ortíz a la Cofemer en 2011.
El proyecto nunca se concretó. Inclusive, la Cámara Nacional de la Industria Tequilera (CNIT) dijo sentirse traicionada por las autoridades.
En aquel 2011, Proconsumidores A.C., anunció que existían violaciones graves que pasaban a la vista de las autoridades.
“[Violaciones] A la Ley Federal de Protección al Consumidor, Artículo 32, relativo a textos, diálogos, sonidos, imágenes, marcas, denominaciones de origen y otras descripciones que induzcan o puedan inducir a error o confusión por engañosas o abusivas; a la NOM-142-SSA1-1995; a la Declaración General de Protección a la Denominación de Origen Tequila; a la NOM-006-SCFI-2005. Bebidas Alcohólicas-Tequila-Especificaciones; entre otras violaciones”, describió.
La gran mayoría de este tipo de bebidas son adulterados en su destilación e incluso con agua, sumado a que el consumidor en muchas ocasiones prepara cocteles con o agua saborizada u otras sustancias. Lo cual provoca, sin necesidad de exceso, severos daños a la salud.
Jesús Antonio Orueta Álvarez, subdirector de Hospitalización y proyectos clínicos de Centros de Integración Juvenil, AC, explicó que para acelerar el proceso de destilado, muchas empresas o fábricas clandestinas utilizan más alcohol.
“La medida para destilados de caña es de 26 por ciento de alcohol pero, por ejemplo, hay uno que se llama El Jefe o Mezcal San Juan, que tiene 27 por ciento. ¿Qué pasa con los efectos? Son terribles: hay daños hepáticos importantes, hasta procesos hemorrágicos a nivel cerebral derivados de esta adulteración”, comentó Orueta.
El experto aseguró que el mismo consumidor de estas bebidas origina en muchas ocasiones efectos secundarios al combinar destilados de caña con agua y saborizantes.
“Las llamadas ‘aguas locas’ producen efectos secundarios. Pueden provocar aumento del proceso de la gastritis, vómito, pérdida del estado de la conciencia y problemas respiratorios”, advirtió.
El consumo de alcohol en general, pero en especial con estos destilados, provoca mayor gasto de vitaminas y dificulta la absorción de vitaminas B, como la Tiamina.
“Eso a nivel cerebral origina pequeñas hemorragias y alteraciones que provocan pérdida de la memoria y pérdida de la vista”, dijo Orueta Álvarez y agregó que cuando el consumo es en exceso los daños son permanentes.
Para el maestro Luis Alfonso Berruecos Villalobos, investigador del Departamento de Relaciones Sociales de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) unidad Xochimilco, muchas destiladoras hacen uso de la gama de alcoholes no bebibles para acelerar el proceso de producción.
“Muchos de estos destilados se producen no en el tiempo que se requiere y para acelerar su producción usan químicos. Entonces, en muchos casos se produce un alcohol que no es bebible [metanol]. El único alcohol que se puede beber es el etanol, que en grados elevados produce ceguera”, dijo Berruecos Villalobos.
EMPRESAS Y EMPRESARIOS
Este medio intentó contactar a una de las empresas líderes en comercialización de destilado de caña, Grupo Tonayán y CIA SA de CV [antes Mezcal Tonayán, SA de CV], por medio de una solicitud a Adolfo Castillo, pero no hubo respuesta. Se sabe que los dueños de la destiladora que produce Tonayán y Mujeriego son Federico Paz Osorio [fundador] y Gabriel Paz Osorio, radicados en el municipio de Tonaya, Jalisco.
Esta empresa no cuenta con ninguna queja ante la Profeco, según pudo constatar SinEmbargo. Sus productos, en su mayoría destilados de caña y en un segundo término “licor de Tonayán” y licor de agave, son comercializados en todo el país.
Otra de las firmas líderes es Grupo Corona. Según un informe de la asesora financiera Finiestra, la compañía emplea al 10 por ciento de los habitantes de Tonaya, Jalisco,
Grupo Corona es comandado por Adrián Corona Radillo y hace más de 120 años empezó a producir y comercializar su aguardiente Mezcalito; ahora también son dueños de las marcas Rancho Escondido, Tequila Rebelde, Tequila Gran Rancho, entre otros.
Cuenta con 12 centros de distribución directa en todo el país y tiene una cobertura del 90 por ciento en el territorio nacional. Además, exporta a Estados Unidos, Panamá, China, Costa Rica y Singapur, informó Finiestra.
En sus investigaciones, la asociación Proconsumidores ha detectado que ambas empresas han incurrido en presuntas violaciones referentes a uso de imágenes o textos alusivos al tequila o al mezcal que pueda resultar “engañosa”, falta de información en el etiquetado, carecer de información relativa al nombre o domicilio fiscal, que se contemplan en la, Ley Federal de Protección al Consumidor, Artículo 32 y en las normas NOM-142-SSA1-1995, y la NOM-006-SCFI-2005.
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